14 de Febrero. San Valentín. Y yo que pensaba que sería un día como cualquier otro, que me iría a la cama con su ausencia arropándome como de costumbre, y que me pasaría el día observando con rabia a todas las personas enamoradas que se quieren en este mundo, e imaginándote a ti a mi lado. Entonces como de la nada surges tú. Me envías un mensaje que me cambia la vida por momentos, y me confiesas cosas inimaginables. Es imposible de explicar con palabras lo que padeció mi corazón en esos momentos. Llorar, gritar, bailar, seguir soñando, seguir imaginando, empezar a creer que quien la sigue la consigue, y dudar de que eso sea real. Pero es real, sigue siendo real. Te tengo, aunque consciente-mente, a mi lado, como antes. Pero la pregunta es, ¿Si sabemos que acabaremos juntos de nuevo, porqué te empeñas en hacer las cosas despacito y con esmero? La respuesta ha llegado a mis ojos hoy como una estrella fugaz. Sigues disfrutando de tu vida, sigue con tus juguetes de usar y tirar, pero espero y te aviso que yo no voy a ser una más. Te quiero, y te quiero de verdad, sinceramente, y aunque tus palabras penetren en lo más profundo de mi alma y sepa de antemano que nunca lograré olvidarme de ti y que no dejaré de quererte ni un segundo probablemente hasta que mi corazón deje de latir o incluso después de esto, el miedo me puede, el miedo a que descubra que eres como los demás me mata y me come por dentro. No sigas con esto, si me quieres demuéstramelo con echos. No soy tonta. Soy de todo menos eso. Y tengo ojos que lo ven todos, y oídos y bocas que escuchan y hablan. Así que antes de hacer promesas que no vas a realizar de verdad, avísame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario