Prendí fuego a la lluvia. Prendí fuego a tus cartas, a tus fotos, a todo lo que me recordase de alguna forma a ti. Ni si quiera pensé en ti cuando lo hize, si no en mi. Pensé en todos los momentos en los que te había mirado a la cara por un instante, pensando que harías de mi vida un mundo mejor, cuando lo único que hiciste fue proporcionarme una escalera que conducía directa hacia el infierno. Y realmente te doy las gracias por aparecer en mi vida en un momento así. Tu inteligencía y tus facultades para hacer daño enseñaron a una niña débil y frágil que no es oro todo lo que reluce. Gracias a ti ahora soy fuerte. Soy diferente. Gracias a ti he aprendido a no confiar en simples palabras bonitas. Ahora sé muy bien que los te quieros no son te quieros si no se sienten de verdad. Y los besos, sin sentimientos, son solo un simple roce de labios. ¿Quién eres tú? No lo sé. Pero ¿Quién soy yo? Lo sé perfectamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario