Y lo supe, estaba realmente jodida, pero lo peor fue seguir enganchada a él aún cuando ya ni si quiera era él. Seguir enamorada de alguien que ya se había ido, que ya no conocía. Lo idealicé porque sobre el papel soy yo la dueña de todo, de lo que te define, de lo que dijiste y no; soy yo la que crea y deja de crear. Y así fue, le idealicé como ese perfecto hogar donde vivir, como esa canción que jamás dejaría de escuchar. Quizás necesitaba esa absurda necesidad de necesitarte, quizás aún la siento. Posiblemente sólo necesito conocer a ese alguien que sea real, a ese alguien que también esté deseando conocerme, aunque aún no sepa ni la primera inicial de mi nombre. Que me invite a entrar en su vida y que no quiera dejarme salir. Alguien por el que escribir poesía a las 3 de la mañana. Alguien real, a quien abrazar en los días más fríos de Enero, con quien hacer el amor día sí y día también. Alguien con el que aislarme de esta absurda realidad. Que me haga suya, y que yo le deje. Que me convierta en poesía, en cuento, o en cualquier cosa que me inmortalice en su memoria por el resto de los días.
Yo tan solo aspiro a escribir conociendo el color de tus ojos, la forma en la que sonríes, y como se me acelera el corazón cada vez que pasas tus dedos por mi pelo. Escribir sobre la forma en la que me haces el amor, y cómo me despiertas al día siguiente con una mirada de deseo y orgullo por tenerme en tu vida. Escribir sobre los paseos que damos, los viajes que hacemos, y las locuras que has llegado a hacer por demostrar que me quieres de verdad. Escribir sobre esa espalda que me encanta recorrer con mis dedos cada vez que tengo oportunidad. Sobre esos ojos, que aún no sé si son azules, verdes, marrones o negros. Sobre lo mucho que me acojona perderte y lo que me encanta dormir abrazada a ti, pasando mis manos por tu pecho para sentir tu corazón latiendo, como si eso me asegurase que eres real, y que te tengo. Escribir sobre una historia verídica que prefiero que no tenga finales, aunque al final acabe teniéndolos. Quiero sentir algo, aunque sea dolor, pero dolor real. No quiero seguir sufriendo por alguien que nunca ha estado ni estará. Por alguien que nunca ha existido, pero espero que acabe haciéndolo.
Por eso me muero, me muero por conocerte, por saber que toda esta espera ha valido la pena.